12/9/12

Reminiscencia

Se parece a mi ex. Eso fue lo primero que pensé cuando le vi entrar por la puerta de clase hace ya unos años. Y ahí se quedó todo. Nunca cruzamos ni un triste “hola”, pero yo por las mañanas le miraba y pensaba que tenía algo, no sé si por aquella reminiscencia del pasado o porque realmente me parecía atractivo.

Pasó un año en el que no coincidimos en la misma clase, pero una de las novedades del comienzo de curso es que volvemos a estar juntos.  Cual fue mi sorpresa cuando de repente, sin venir mucho a cuento, se acerca a nuestro grupito a intercambiar impresiones sobre las nuevas asignaturas. Era la primera vez que oía su voz, al menos dirigida a mí. Era un paso.

Casualmente el otro día me quitaron el sitio y tuve que sentarme más atrás.  Justamente vi libre el asiento que él tenía detrás, que además era de los pocos que había libres, así que allí me senté… Me dijo que me veía diferente el pelo. Me encantó ese comentario, porque significaba que algo se había fijado en mí: antes y después. Y, la verdad, aunque sea una tontería me dejó con buen sabor de boca para todo el día. Detalles sutiles como este son los que marcan la diferencia.

No ha ocurrido mucho más, salvo aquel saludo que me brindó por los pasillos haciendo un gesto cariñoso de agarrarme ligerísimamente el brazo, aunque manteniendo bastante las distancias. Sin embargo, es algo que también me alegró.

La verdad es que no espero que ocurra mucho más, pero esta simple complicidad es algo que me hace sentirme bien con la vida y las personas. Seguramente él sea siempre así y ni siquiera habrá reparado en todos estos detalles, pero eso ni si quiera me importa.