Atemorizaba primero acercarse a lo desconocido y atemoriza ahora tornarse desconocidos. Es la otra cara de la misma moneda: asusta empezar sin saber qué te espera y asusta terminar sin saber qué puedes esperar…
Resulta doloroso pensar que, a veces, las personas con las que has compartido tus más íntimos sentimientos se queden reducidas a cenizas. Los vínculos personales, además de preciosos, son frágiles: no soportan bien los cambios si no los atendemos; y el problema está en que muchas veces se desea cortar con ellos por considerarlos ya moribundos.
Pienso que si en realidad hemos llegado a CONOCER, COMPRENDER y SENTIR a una persona no deberíamos permitir jamás que sea tan solo uno más, pase lo que pase. Lo que ocurre es que en muchas relaciones nunca se llega a atravesar la barrera de lo desconocido.