20/3/10

Las infames mentiras

Se puede oír un grito desesperado,
y golpea en mi mente ese sonido,
intuyo que es el llanto estremecido
del luchador que yace derrumbado.

- Despierta, no ha sido más que soñado,
una infame mentira que has creído
y evita tocar lo desconocido;
Corre, no te quedes más tiempo atado.

- ¡Oh esperanza, tu aliado seré!
Prométeme que no me faltarás,
pues a veces ausente te noté.

- Debes tener fe te recordaré;
la intuición me dijo que vencerás
cuando al futuro yo le pregunté.


Pues ahí está mi primer soneto! =)

7/3/10

Influencia de la televisión en la sociedad

Hoy en día la televisión es uno de los medios de comunicación más influyentes en nuestra sociedad, pues logra modificar la forma en que los hombres conocen y comprenden la realidad que los rodea, aunque muchas veces no sean conscientes de ello. En un principio, su finalidad es, por una parte, el entretenimiento y, por otra, la información. Sin embargo, poco a poco estas dos funciones han ido perdiendo peso frente a una tercera intencionalidad oculta: la manipulación, que tiene como principal objetivo los intereses económicos y políticos.

En cuanto a la forma de ofrecer los contenidos, la televisión posee una gran fuerza expresiva basada en un aluvión de imágenes que penetran sigilosamente en el subconsciente. Aparecen continuamente cuerpos tan perfectos e irreales como el del David de Miguel Ángel y detractores de Diógenes de Sínope que promulgan la dependencia más absoluta de las necesidades materiales. Esta cantidad ingente de imágenes y sonidos acelerados presentan una realidad distorsionada y caótica que muchas veces priva al espectador de tiempo para hacer un juicio ético y racional sobre todo lo que percibe. De esta manera se desdibujan las fronteras entre el mundo real y el ficticio y las mentes más débiles e influenciables, como las de los niños o las de aquellos que no tienen un criterio definido, pierden poco a poco su independencia a la hora de elegir su forma de vida y desarrollo hasta quedar subyugados a lo que ven a través de la pantalla. Se convierten en marionetas que obedecen sin rechistar a los ideales impuestos, obran tal y como lo harían sus personajes de ficción preferidos y algunos llegan incluso a sacrificar su vida por estos patrones de comportamiento: se trata de las víctimas de la anorexia y la bulimia, o lo que es lo mismo, víctimas del engaño de la televisión.

En conclusión, frecuentemente la televisión crea falsas necesidades y postula que la felicidad se consigue con el éxito, es decir, con el bienestar económico y social, siendo los mayores deseos de las personas a cambio de dinero. Pero no nos alarmemos, también puede cumplir con su verdadera función y ser un excelente medio de información y diversión si existe una base educativa adecuada para combatir sus mensajes subliminales y establecer un criterio de valores propio.