13/3/11

Absurdo irrisorio

Ya es por todos sabido que me gusta y me dedico a desentrañar los misterios que el ser humano encubre dentro de sí. Hoy vengo a confesaros que hay ocasiones en las que deshecho tranquilamente la rigurosidad y la seriedad que se nos exige a los estudiosos del tema y me veo en la obligación de ponerle un tono cómico a algunas actuaciones de las personas como vía de escape a la dificultad que tengo para comprenderlas.

  Querer analizar racionalmente elementos sin pies ni cabeza te atrapa, es imposible salir de tal irracionalidad. Y esos componentes humanos irracionales existen de verdad y son comunes a todos nosotros; quizás tengan una explicación caótica interna para su dueño pero, mientras no sea conocido el orden externo que llevan implícito, para mí continuarán siendo irracionales.

  Es la típica frase de “déjalo, yo me entiendo solo” que te dice alguien cuando no encuentra la vía del sentido común. Tú puedes intentar forzar al máximo tu empatía para intentar comprenderlo también,pero es seguro que al poco rato desistirás de tus intentos reconociendo tu inutilidad para sentir algo parecido a lo que te están malamente explicando. Si eres una persona ingenua entonces puedes pensar que conoces palmo a palmo el sentir de tu interlocutor, pero éste en el fondo sabe bien que te encuentras bastante alejado de ello.

  El fallo tal vez sea lingüístico debido a la ausencia de recursos para describir emociones que van acompañadas de una gran cantidad de pensamientos asociados y enredados unos con otros. O tal vez sea un problema de egocentrismo y de dificultad de salir de la propia burbuja individual. Sea cual sea la causa es evidente que existe un fallo continuo (o probablemente varios) a la hora de comprender a los demás.

  Es por eso que únicamente si la persona que desea transmitirte algo es importante para ti merecerá la pena desenredar como puedas la red caótica de pensamientos que esconde para notar su cercanía. Pero si no es alguien que ahora mismo esté próximo mucho mejor es relajarse y reírse del absurdo de la situación, que funciona muy bien: muchos grandes cómicos se hicieron famosos con este tipo de humor.