Engañar –dice- es una práctica habitual en la cultura y, por tanto, aceptada. Se engaña a los niños sobre la existencia de los Reyes Magos o se crea arte utilizando el engaño como en las novelas, en los seriales radiofónicos, en el teatro o el supremo arte del engaño que es el cine. Quizá podría pensarse que en estas situaciones –excepto en el caso de los Reyes- somos conscientes de que nos engañan frente a los participantes de Milgram, que no sabían que eran engañados hasta el final del experimento. A esto se contrapone la desconcertante respuesta de las personas que son blanco de las cámaras indiscretas, las cuales, después de ser engañadas y saber que todo el país se va a reír con su burla, aceptan que se emitan imágenes, incluso sin contraprestación económica. ¿O cree usted que la señora a la que van a derribar su casa, obreros y máquinas de por medio, lo pasó mejor que los sujetos experimentales de Milgram, que fueron voluntarios? Parece que la sociedad acepta que, con el fin de proporcionar entretenimiento –y beneficios económicos a las televisiones-, es aceptable engañar a alguien. ¿No cree usted que los fines de la ciencia son más aceptables?
Milgram, además, expone que existen muchas situaciones donde los códigos éticos quedan en suspenso debido a especiales circunstancias. ¿Cuál cree que sería su reacción si cuando al ir a pedir un crédito al banco le hacen entrar al despacho del director y él dice, amablemente y con aplomo: “Por favor, desnúdese usted”? Sin embargo, si donde entra usted es al consultorio del médico, la demanda no le extraña. Es decir, algo que en general es reprobable, incluso delito, en determinadas circunstancias se considera apropiado para unos fines específicos. Ocultar voluntariamente información crucial para la resolución de un crimen es también delito…, a no ser que se trate de un sacerdote, un abogado defensor, un psiquiatra o un psicólogo que ha obtenido la información en el ejercicio de su profesión. Si la sociedad admite la suspensión de los códigos morales en determinadas circunstancias, ¿por qué no hacerlo en el caso de la investigación con engaño cuando lo que se persigue es conocimiento que redundará en beneficio de la propia sociedad?
¿Le parece ahora menos claro condenar el experimento de Milgram por poco ético? Si ahora está algo confuso y cuando empezó a leer este artículo tenía clara su opinión sobre la falta de ética de Milgram, le diremos que ése era el propósito que nos habíamos marcado.
Usted acaba de ser engañado, acaba de leer unos argumentos expuestos de tal modo que trataban de hacerle creer que no había duda alguna sobre el carácter reprobable del trabajo de Milgram para, finalmente, tratar de convencerle de lo contrario. ¿Cómo se siente? ¿Cree usted que el objetivo de llamar la atención de los aspectos éticos justificaba esta pequeña trampa? Pregunte a sus compañeros. Comprobará que todos no piensan igual y que es difícil encontrar el equilibrio entre el respeto y los fines científicos. Éste es el reto que algunos investigadores con humanos y con animales tienen en su trabajo y al cual hemos tratado de acercarle.”
Métodos de Investigación - Orfelio G. León, Ignacio Montero
2 comentarios:
El final te deja un poco '¿lol?... pero en el fondo me he quedado con las ganas de saber cuál es el experimento del dichoso Milgran... :P
jajaja pues lo de Milgram lo publiqué en este blog, lo que pasa es que lo quité para no mezclar las churras con las merinas y no confundir al personal, aunque como ves lo he vuelto a hacer sin querer jujuj.
http://espacio-psicologia.blogspot.com/2010/11/el-poder-de-la-situacion.html
Dime si te recuerda! =P
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