En nuestra vida diaria desempeñamos roles completamente diferentes según las distintas situaciones y personas con las que nos encontramos. Como un actor que cambia de obra de teatro, pasamos de interpretar el papel de hij@ al de amig@, por ejemplo. No nos comportamos igual cuando desempeñamos estos diferentes papeles, de hecho podemos sacar rasgos de personalidad totalmente diferentes según se trate de un contexto u otro: puedes no rebatir nunca la palabra de tus jefes y, sin embargo, no parar de contradecir a tus compañeros de trabajo.
Entonces, ¿dónde está la estabilidad? Cierto es que normalmente suele haber cierta coherencia aún entre roles diferentes, pero es nuestro yo observador el que, una vez activado, permanece intacto situación tras situación. Nuestras conductas son variables; sin embargo, nuestro observador interno, nuestras cogniciones, pueden acompañarnos siempre para tomar conciencia de estas conductas o, simplemente, del momento presente…
“No eres tu mente.
Eres conciencia.”
1 comentario:
Anónimo
dijo...
Y sin embargo dices "nuestras consciencias" en plural. No creo que de cada uno de nosotros nada quede de un momento al otro. Circumstancias somos.
Y sin embargo, dos puntos que en el infinito espacio se encuentran mantienen para siempre un vínculo.
1 comentario:
Y sin embargo dices "nuestras consciencias" en plural. No creo que de cada uno de nosotros nada quede de un momento al otro. Circumstancias somos.
Y sin embargo, dos puntos que en el infinito espacio se encuentran mantienen para siempre un vínculo.
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