27/11/10

Errores inconscientes

Sin darnos cuenta, a veces hacemos las cosas de una manera autómata, fría y sistematizada. Son procesos o estrategias aprendidas a lo largo de la vida y que creemos que son las que dan mejor resultado para favorecer nuestra existencia y todos los retos que ésta conlleva. Sin embargo, estas estrategias no deberían ser inamovibles, sino estáticas y adaptables a cada situación, pues la conducta que en un ambiente resulta favorable, es muy probable que en otro resulte fatal.
Un ejemplo relacionado con el tema que voy a tratar brevemente en este post es el siguiente: si una persona es muy impulsiva mostrará menos ansiedad por cometer errores y se hará un lugar hacia el éxito rápido. Pero, por el contrario, estas personas tienen bajos estándares de rendimiento y menor motivación por tareas que implican aprender. En pocas palabras, se resume en que todo tiene su cara y su cruz.

  Repiten una y otra vez los neurólogos y otros científicos que nuestro cerebro presenta gran plasticidad, es decir, capacidad para cambiar y evolucionar a partir de lo que vamos aprendiendo. Pero, por experiencia personal, me doy cuenta de que quizás lo más difícil no sea cambiar una conducta que ya hemos identificado como errónea o poco adaptativa, sino que lo más costoso es darse cuenta de que realmente lo es y determinar hasta qué punto. Tendemos a pensar que lo que hacemos es siempre lo mejor y a veces necesitamos a otras personas para que nos den un toque de atención. La gente de nuestro alrededor lo ve de manera más objetiva y es probable que, en muchos casos, nuestras acciones recaigan directa o indirectamente sobre ellos y éstos puedan sentirse ofendidos o molestos.

  Por eso es importante reflexionar sobre las correcciones que nos plantean los demás y revisar si realmente se corresponden con la realidad. En caso afirmativo, creo que sería una buena idea indagar si esa conducta errónea fue una mera cuestión de azar sin más relevancia (todos cometemos errores) o llevaba implícito más cosas y cuáles podrían ser los posibles factores influyentes (hipotetizar). Esto último es algo que resulta difícil hasta a los propios psicólogos a la hora de evaluar un caso, ya que vivimos en un mundo multifactorial y nuestra sociedad es lo suficientemente compleja como para pensar que una conducta se debe única y exclusivamente a un factor en concreto. Todo esto en cuanto a nuestro propio bienestar.

  En cuanto al bienestar de los demás, es importante saber pedir disculpas en el momento apropiado y hacerlo de corazón; y pienso que para que sea totalmente verdadero es necesario haber reflexionado, aunque sea un poco, sobre ello (tal y como acabo de comentar en el párrafo anterior). Y a partir de ese momento, con todas las cosas que hemos aprendido en este espacio para meditar, debemos empezar a tomar conciencia de nuestros errores justo antes de cometerlos y así poder evitarlos en vez de volver a hacer de nuevo lo mismo.

  Y así sucesivamente con los nuevos conflictos que vayan surgiendo, pues qué es la vida sino un perfeccionamiento cuasi infinito…


PD: ¿Se ha notado mucho que yo tendría un estilo cognitivo de reflexividad en vez de impulsividad como he puesto de ejemplo al principio? Aquí tenemos la prueba de que hay cosas para las que uno solo necesita echar mano de su psicólogo natural en vez de estudiar la carrera, jajaja.

2 comentarios:

Niet dijo...

¿Qué es sino un perfeccionamiento infinito? Pues perfeccionamiento no sé, pero almenos infinito seguro que no xD

Reflexiona. Pero no dejes tu vida pasar.

Paula dijo...

jajaja al principio iba a poner "continuo perfeccionamiento" pero al final me decanté por la forma metafórica de "infinito" xD.