Fue en ese preciso instante cuando tenía sentido hacerlo y, sin embargo, no lo hice. Puedo hacerlo hoy, pero ya es tarde: los resultados que obtendría serían insustanciales comparados con los que tuve ocasión de alcanzar. Simplemente sería algo anecdótico.
El tiempo no se detiene nunca y las oportunidades se escapan de nuestras manos más rápido de lo que parece. El tiempo que dedicamos a algo es tiempo que no podremos dedicar a otra cosa, quizás más importante pero menos urgente.
Y es que la diferencia entre asuntos importantes y urgentes es fundamental, aunque con frecuencia confundimos estos dos aspectos que, por otro lado, no son incompatibles entre sí. Nuestra sociedad vive sumida en la urgencia, pues no hay más que ver a las personas caminar por la calle siempre con prisa, resolviendo nuevos y continuos contratiempos… Sin embargo, olvidamos que a lo que debemos dedicar la mayor parte de nuestro tiempo es a lo verdaderamente IMPORTANTE, aquellas cosas por las que merece la pena vivir y que son relevantes para poder alcanzar nuestras metas.
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