Intentamos la mayoría de las veces buscar la estabilidad de nuestros caminos, pero nunca son eternos. Los caminos no son constantes, dependen de mil situaciones internas y externas que a veces escapan incluso a nuestro control.
Si decides seguir a otra persona en su camino con la idea de permanecer juntos en él con la seguridad y el respaldo que en un principio eso aporta, lo más seguro es que las probabilidades de inestabilidad aumenten, por el simple hecho de que se juntan las tuyas más las de la otra persona. Además, si el compañero abandona tú te sentirás, no solo abandonado, sino también perdido en un camino que tú no escogiste y en el que entraste por simple inercia.
Por eso a mí me aporta más seguridad inventar mi propio recorrido, que será correcto o incorrecto, pero que yo misma he elegido y en el que yo he asumido todos los riesgos si me equivoco. Si bien es cierto que ningún camino queda exento del todo de la influencia que otros han ejercido sobre nosotros al tomar esa peculiar decisión.
Sea como sea, creo que lo más importante no es saber por qué escogiste en su momento esa opción, sino por qué continúas en ella. Y que el motivo dependa únicamente de ti, o al menos en su mayor parte.
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