Hoy en día la televisión es uno de los medios de comunicación más influyentes en nuestra sociedad, pues logra modificar la forma en que los hombres conocen y comprenden la realidad que los rodea, aunque muchas veces no sean conscientes de ello. En un principio, su finalidad es, por una parte, el entretenimiento y, por otra, la información. Sin embargo, poco a poco estas dos funciones han ido perdiendo peso frente a una tercera intencionalidad oculta: la manipulación, que tiene como principal objetivo los intereses económicos y políticos.
En cuanto a la forma de ofrecer los contenidos, la televisión posee una gran fuerza expresiva basada en un aluvión de imágenes que penetran sigilosamente en el subconsciente. Aparecen continuamente cuerpos tan perfectos e irreales como el del David de Miguel Ángel y detractores de Diógenes de Sínope que promulgan la dependencia más absoluta de las necesidades materiales. Esta cantidad ingente de imágenes y sonidos acelerados presentan una realidad distorsionada y caótica que muchas veces priva al espectador de tiempo para hacer un juicio ético y racional sobre todo lo que percibe. De esta manera se desdibujan las fronteras entre el mundo real y el ficticio y las mentes más débiles e influenciables, como las de los niños o las de aquellos que no tienen un criterio definido, pierden poco a poco su independencia a la hora de elegir su forma de vida y desarrollo hasta quedar subyugados a lo que ven a través de la pantalla. Se convierten en marionetas que obedecen sin rechistar a los ideales impuestos, obran tal y como lo harían sus personajes de ficción preferidos y algunos llegan incluso a sacrificar su vida por estos patrones de comportamiento: se trata de las víctimas de la anorexia y la bulimia, o lo que es lo mismo, víctimas del engaño de la televisión.
En conclusión, frecuentemente la televisión crea falsas necesidades y postula que la felicidad se consigue con el éxito, es decir, con el bienestar económico y social, siendo los mayores deseos de las personas a cambio de dinero. Pero no nos alarmemos, también puede cumplir con su verdadera función y ser un excelente medio de información y diversión si existe una base educativa adecuada para combatir sus mensajes subliminales y establecer un criterio de valores propio.
4 comentarios:
Grandes verdades dices. Sólo que tienes mucha fe, a mi opinión, en las últimas linias. En realidad, cualesquier valores son igualmente válidos, así que eso "base educativa adecuada" es bastante relativo. Quizá deberiamos pensar hasta que punto nos favorecen o nos perjudican según que informaciones sobre el mundo, y si lo mejor no seria directamente rehusarlas, pues no creo que nada pueda librarse del subjetivismo y la manipulación.
Me encanta leerte =)
P.S: Hablando de la figura de David.
http://adsoftheworld.com/files/images/GOSFDavid.preview.jpg
xD
Pues yo creo, en cambio, que tienes mucha fe en tus primeras líneas.
Probablemente sea demasiado joven para opinar, y claro está que escribo sin previa información, pero no creo que "poco a poco" cambiase el uso de la televisión. Creado el invento, estoy seguro no tardaron en ver sus posibilidades manipulativas. Puede incluso que ya estuviesen entrenados de la radio. Como ejemplo, recordar que en la década de los 50 los anuncios afirmaban que fumar era bueno para la salud. La tele, como invento, no tiene muchos años más.
Podría añadir mil cosas más pero en lugar de ello te enlazo una reflexión que tuve el pasado verano, que si bien no habla de la tele, viene un poco a cuento: http://ermoya.blogspot.com/2009/08/policy-of-truth.html
Besos!
HOLA!!
ESTOY INVESTIGANDO ACERCA DEL TEMA EN LA FACULTAD Y ME PARECE MUY ACERTADO TU POSTEO, EL ÚLTIMO PÁRRAFO, COINCIDO COMPLETAMENTE, Y ES UNA MIRADA OPTIMISTA Y LA COMPARTO. NO ESTÁ TODO PERDIDO Y LOGRAN PERSUADIRME SI SOY UNA PERSONA SIN OPINIÓN PROPIA NI CAPACIDAD DE REFLEXION, DOS PILARES FUNDAMENTALES DE LA EDUCACIÓN. SI QUERÉS PODÉS VISITAR MI BLOG
http://elportaldelala.blogspot.com.ar/
saludos!
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