No importa el tiempo que llevemos juntos, él continúa conquistándome día a día, minuto a minuto. Siempre piensa primero en mí y después en él. Sabe cuándo algo no me gusta e intenta a cualquier precio que yo esté satisfecha, incluso si eso conlleva que él tenga que llevarse la peor parte.
Yo intento hacer lo mismo con él, porque me gusta verle feliz y al final muchas veces nos encontramos en la cómica situación de rebatir sobre quién ofrece lo mejor a quién, pero siempre en beneficio del otro.
Eso es algo que nunca antes había visto hacer a nadie y me parece que es ahí donde reside uno de los secretos del amor. Disfrutar de su sonrisa, saber que es feliz es algo mágico y, por supuesto, me hace feliz. Creo que es más sencillo así, busco su felicidad para poder obtener la mía y viceversa. Es una simbiosis perfecta en la que ambos salimos beneficiados.